Corridas de toros en el Mar de Ontígola
Aunque la tradición taurina en Aranjuez comienza con Felipe II, este artículo hablará sobre la tradición taurina en el Mar de Ontígola.
En resumen el Mar de Ontígola es un embalse de agua que data de los tiempos de Felipe II para regar y dar presión a las fuentes de los jardines de Aranjuez, su nombre describe las dimensiones del embalse y su cercanía con el pueblo de Ontígola.
Naumaquias, corridas y la primera plaza del Mar de Ontígola
Cándido López y Malta retoma la descripción que de Aranjuez hiciera en 1804 don Juan Antonio Álvarez de Quindós, quien nos informa:
¨[En el citado lugar de Ontígola se formó en 1625] una isleta en el centro y construido en ella un pabellón o cenador rodeado de barandillas con su embarcadero. Bellas góndolas y chalupas surcaban sus aguas ocupadas sucesivamente por Felipe IV y Carlos II que en ellas paseaban y hacían sus pesquerías. La reina regente doña Mariana de Austria, esposa y madre de los anteriores, se embarcaba el año de 1668 en una lujosa góndola, cuya cámara de popa tenía columnas y adornos de plata.
La singularísima fiesta de los despeñaderos era otro recreo que también entretenía a estos Reyes, que la disfrutaban desde el indicado cenador. Para celebrarla se habían construido en la cumbre de los cerros del mediodía unas jaulas o toriles donde se encerraban las fieras y otros inocentes animales que se pensaba sacrificar. Desde estas jaulas partía un dilatado puente estrecho y con barandillas que, cruzando el camino de Ontígola, formaba un despeñadero espantoso terminando en el centro del mar. Cuando se le abría la puerta de la jaula, no tenía la fiera otra huida que esta rapidísima bajada, doblemente resbaladiza por estar el suelo impregnado de sustancias grasientas que hacían más violenta la carrera. Al llegar al agua la víctima que se inmolaba, aún trataba de salvarse sobrenadando aturdida; si era un toro se acercaban a él algunos aficionados que le capeaban desde los barcos, con el fin de acercarle al cenador, donde le esperaba el Rey para concluirle de un arcabuzazo. (…)¨
Cándido López y Malta, «Historia descriptiva del Real Sitio de Aranjuez» 1868
Las corridas taurinas en la plaza del Mar de Ontígola se realizaron anualmente desde 1625 con Felipe IV hasta el año de 1700 con Felipe V. Así queda reflejado por el maestro «Chele», José Ortiz Rocamora, en su libro «Historia taurina del Real Sitio de Aranjuez desde sus orígenes al 1808».
Un manuscrito del siglo XVII de la Biblioteca de la Escuela de Caminos sobre el vaciado de un monte en el Mar de Ontígola (Aranjuez) con Carlos II.
De la época de Carlos II, os dejamos un enlace de un vaciado del monte para la instalación de la plaza taurina junto al Mar de Ontígola, con sumo detalle para la época, con planos y justificaciones de los trazados geométricos que podemos contemplar gracias a la Escuela de Caminos:
http://www.singularis.es/?p=2540
Queda constancia que Carlos II hizo:
“Una plaza de toros con toriles a la parte del Mediodía y un aposento y balcón para los reyes. Aquel año se corrieron dos fiestas de toros y una de camellos, sirviendo los cerros inmediatos de miradores o tendidos al mucho pueblo que acudía a ver estas fiestas”
Álvarez de Quindós 387-388 «Descripción histórica del Real Sitio de Aranjuez» 1804.
FELIPE V CELEBRA SU VICTORIA CONTRA EL IMPERIO AUSTRIACO EN EL MAR DE ONTÍGOLA
De 1704 a 1725 se prohibieron las corridas en Madrid y sus proximidades excepto para fines benéficos. Sin embargo en el trabajo realizado por José Ortíz Rocamora en su libro Historia taurina del Real Sitio Aranjuez nos relata cómo
«En el Mar de Ontígola se han estado lidiando toros hasta 1706 para Felipe V».
En 1725 el propio Felipe V derogaría su ley antitaurina pues sólo le sirvió para recibir críticas tanto de nobles como de plebeyos.
Como dijo Quindós:
«Felipe V fue el más entusiasta por aquella fiesta pues hubo, el 23 de Mayo de 1725 en que mató de este modo doce toros, tres jabalíes y un camello en el Mar de Ontígola, siguiendo la tradición festiva Austria. Hay que añadir que ya sin prohibición y que cuando se quiso volver a celebrar fiestas hubo que rehacer la plaza del Mar de Ontígola puesto que las maderas de aquella estaban podridas tras treinta años de desuso, tanto los despeñaderos como la plaza.»
Esta fiesta del 23 de mayo de 1725 se haría para celebrar la “Paz de Viena, tratado firmado el 30 de Marzo de 1725” donde el contendiente austriaco renunciaba definitivamente a los territorios de la Monarquía Hispánica y Felipe V renunciaba definitivamente a los territorios de Italia y Países Bajos a favor del Rey de Austria Carlos IV.
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